domingo, 18 de agosto de 2013

¿Qué harás niña,
si el mundo no te alcanza?
¿Si la vida no le alcanza?
¿Correr,
llorar,
gritar,
patalear,
hacer un típico berrinche de princesa?
No.
Se te acabará la poesía
y tus manos infértiles y vacías,
te llorarán a silencios.
Y esos silencios te matarán de hambre.
¿Qué harás, libélula,
cuando ya no sepas caer,
cuando volar ya no sea posible?
Cuando perder y ganar no se distingan,
y las nubes ya no sean recuerdo,
y tu otoño ya no exista,
y habites en playas y soles.
¿Qué harás sin tu oscuridad,
sin tus tormentas y ciclones?
¿Vendrás por mí para volverte fuerte,
para volverte mujer?
No.
Simplemente harás lo mismo de siempre
sentarte y esperar,
sentarte y escapar con tus ojos
llenos de arena,
de dunas con flores.
¿Qué harás cuando nadie te quiera,
cuando hayas perdido tus alas,
tus colores,
tu cielo?
Llover,
sí,
eso harás.
Y se te caerá el universo,
y las rosas.
Y todos esos pétalos amargos,
fríos, negros.
Y todas esas estaciones de azules y verdes.

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