Caes de la boca de todas
(otras)
que no saben pronunciarte
con tus pausas
y acentos
y caídas
y silencios.
Tampoco tienen tus cerraduras
ni sus llaves.
domingo, 18 de agosto de 2013
Color salamandra
Dicen aquellas voces
(cuentan)
Que una metamorfosis
Es inevitable
Que un cometa
Se transforma en nube
Que un par de pecas
Crea alas
Así
Todos nos deformamos
Así
Tú
Fuiste un otoño de auroras
Así
Tú
Fuiste la incertidumbre
De un cigarrillo
(el púrpura atardecer)
Así
Tú
Eres ahora
Un insípido salamandra
Un insípido color salamandra
(cuentan)
Que una metamorfosis
Es inevitable
Que un cometa
Se transforma en nube
Que un par de pecas
Crea alas
Así
Todos nos deformamos
Así
Tú
Fuiste un otoño de auroras
Así
Tú
Fuiste la incertidumbre
De un cigarrillo
(el púrpura atardecer)
Así
Tú
Eres ahora
Un insípido salamandra
Un insípido color salamandra
Escarlata le llaman al borde de tus mejillas
Le llaman escarlata
al trazo cristalino
de turquesa y carboncillo,
a esos párpados
teñidos de café.
Le llaman escarlata
a las noches luciérnagas
bajo tu contorno,
a las corridas de toros
de tu mirada.
al trazo cristalino
de turquesa y carboncillo,
a esos párpados
teñidos de café.
Le llaman escarlata
a las noches luciérnagas
bajo tu contorno,
a las corridas de toros
de tu mirada.
Caleidoscopio
La línea azul
se ha convertido
en una cinta blanca.
La niña
de los listones de colores
se ha marchado,
llevándose su paleta,
construyendo una muralla.
El niño del pozo,
me ha regalado una rosa
tejida de versos.
Él también se ha ido,
pues aquella de las trenzas largas
le regaló una caja con su corazón.
Ahora,
todas las tardes
con mi rehilete en mano,
contemplo este cielo caleidoscópico.
se ha convertido
en una cinta blanca.
La niña
de los listones de colores
se ha marchado,
llevándose su paleta,
construyendo una muralla.
El niño del pozo,
me ha regalado una rosa
tejida de versos.
Él también se ha ido,
pues aquella de las trenzas largas
le regaló una caja con su corazón.
Ahora,
todas las tardes
con mi rehilete en mano,
contemplo este cielo caleidoscópico.
¿Qué harás niña,
si el mundo no te alcanza?
¿Si la vida no le alcanza?
¿Correr,
llorar,
gritar,
patalear,
hacer un típico berrinche de princesa?
No.
Se te acabará la poesía
y tus manos infértiles y vacías,
te llorarán a silencios.
Y esos silencios te matarán de hambre.
¿Qué harás, libélula,
cuando ya no sepas caer,
cuando volar ya no sea posible?
Cuando perder y ganar no se distingan,
y las nubes ya no sean recuerdo,
y tu otoño ya no exista,
y habites en playas y soles.
¿Qué harás sin tu oscuridad,
sin tus tormentas y ciclones?
¿Vendrás por mí para volverte fuerte,
para volverte mujer?
No.
Simplemente harás lo mismo de siempre
sentarte y esperar,
sentarte y escapar con tus ojos
llenos de arena,
de dunas con flores.
¿Qué harás cuando nadie te quiera,
cuando hayas perdido tus alas,
tus colores,
tu cielo?
Llover,
sí,
eso harás.
Y se te caerá el universo,
y las rosas.
Y todos esos pétalos amargos,
fríos, negros.
Y todas esas estaciones de azules y verdes.
si el mundo no te alcanza?
¿Si la vida no le alcanza?
¿Correr,
llorar,
gritar,
patalear,
hacer un típico berrinche de princesa?
No.
Se te acabará la poesía
y tus manos infértiles y vacías,
te llorarán a silencios.
Y esos silencios te matarán de hambre.
¿Qué harás, libélula,
cuando ya no sepas caer,
cuando volar ya no sea posible?
Cuando perder y ganar no se distingan,
y las nubes ya no sean recuerdo,
y tu otoño ya no exista,
y habites en playas y soles.
¿Qué harás sin tu oscuridad,
sin tus tormentas y ciclones?
¿Vendrás por mí para volverte fuerte,
para volverte mujer?
No.
Simplemente harás lo mismo de siempre
sentarte y esperar,
sentarte y escapar con tus ojos
llenos de arena,
de dunas con flores.
¿Qué harás cuando nadie te quiera,
cuando hayas perdido tus alas,
tus colores,
tu cielo?
Llover,
sí,
eso harás.
Y se te caerá el universo,
y las rosas.
Y todos esos pétalos amargos,
fríos, negros.
Y todas esas estaciones de azules y verdes.
Belice
A
veces lluevo, cuando recuerdo que caí del olvido y me hundo como un
sapito en un charco de lodo. Intento brincar y brincar, pero me atoro.
Entonces lloro y ellos me escuchan y me dan flores, nubes, colores;
pero yo sigo ahí -en el charquito- y entonces me vuelvo loto, no quiero
salir y viajo con todas esas lágrimas. Me construyo un barquito de hojas
y navego por días, hasta que yo sola encuentro
cómo volver a casa. Luego me convierto en fénix, resurjo de las cenizas
y me vuelvo algo bello -una libélula- y soy de todos colores: amarilla,
verde, azul, púrpura. Escribo en el aire con mis alas –sobre caracoles
que roban mis letras. Es ahí cuando saben lo que soy, soy
todos esos cuentos de hadas y fantasmas.
Me pregunto
si me respiras cuando duermes.
Si te oxidas al oír mi nombre,
si el óxido que desprende tu piel
lo atesoras y por ratos
lo soplas para sentir mi presencia,
mi voz.
Me pregunto si un silbido
te cala los huesos al recordar mis ojos.
Si en la oscuridad
oras para que yo pronuncie tus acentos,
para que mis labios te toquen
cada vez que susurre tu nombre
Si te oxidas al oír mi nombre,
si el óxido que desprende tu piel
lo atesoras y por ratos
lo soplas para sentir mi presencia,
mi voz.
Me pregunto si un silbido
te cala los huesos al recordar mis ojos.
Si en la oscuridad
oras para que yo pronuncie tus acentos,
para que mis labios te toquen
cada vez que susurre tu nombre
Te nombro
con labios de fuego
y ojos de dragón.
Te invoco
con voz de pájaro,
de vientre,
de olvido.
Conjuro lo prohibido
para sentir las cenizas.
Condeno aquello que se calla
para no romper más
lo que no se tiene.
Soplo los silencios
que tus manos se guardan,
aquellas constelaciones
que se funden como focos
cada vez que tu voz
se escucha.
y ojos de dragón.
Te invoco
con voz de pájaro,
de vientre,
de olvido.
Conjuro lo prohibido
para sentir las cenizas.
Condeno aquello que se calla
para no romper más
lo que no se tiene.
Soplo los silencios
que tus manos se guardan,
aquellas constelaciones
que se funden como focos
cada vez que tu voz
se escucha.
Bugambilias
Bugambilias,
te he regalado
una caja llena de ellas.
Píntalas,
cómelas,
aviéntalas.
Haz lo que te plazca,
son tuyas.
Bugambilias,
mi corazón está
repleto de ellas.
Bugambilias,
bellas bugambilias.
Tu eres una azucena,
pero mereces bugambilias.
te he regalado
una caja llena de ellas.
Píntalas,
cómelas,
aviéntalas.
Haz lo que te plazca,
son tuyas.
Bugambilias,
mi corazón está
repleto de ellas.
Bugambilias,
bellas bugambilias.
Tu eres una azucena,
pero mereces bugambilias.
El secreto de las rosas
Una mirada
que hace años
no te ve.
Un nombre
que los labios
no saben pronunciar.
Una sombra
que ni ellas
(las rosas)
se atreven a esculpir.
Un secreto,
un ella,
un tú.
que hace años
no te ve.
Un nombre
que los labios
no saben pronunciar.
Una sombra
que ni ellas
(las rosas)
se atreven a esculpir.
Un secreto,
un ella,
un tú.
Cal y arena
Que te cubran los astros con su selva,
con esa tierra que te pinta los ojos,
esa arena que te devuelve la sonrisa.
Que te cubran los astros,
que te bañen de orquídeas.
(Que no me arrepienta de este cielo infinito)
Que la cal no separe tu rostro del mío,
que te dejen flotar en nubes desconocidas.
Que te regalen ruiseñores,
Que te canten caracoles.
(Que no me arrepienta de este claroscuro,
que no me arrepienta de mirar tus ojos)
con esa tierra que te pinta los ojos,
esa arena que te devuelve la sonrisa.
Que te cubran los astros,
que te bañen de orquídeas.
(Que no me arrepienta de este cielo infinito)
Que la cal no separe tu rostro del mío,
que te dejen flotar en nubes desconocidas.
Que te regalen ruiseñores,
Que te canten caracoles.
(Que no me arrepienta de este claroscuro,
que no me arrepienta de mirar tus ojos)
Traedmela por favor, atentamente: Misifus
Para "Mi Lety" que aportó el título
y para "Misifus", el gato de mi ventana.
Unas hebras delgadas,
invisibles.
Un terciopelo acaramelado,
unos guantes satinados
y un puntito colorado.
Desde la alturas,
sus afiladas y cuchillantes
canicas estelares,
contemplan con devoción
el pedazo de queso
que cuelga sobre el tejado.
Misifus,
siempre tan adicto
al menguante de la noche.
y para "Misifus", el gato de mi ventana.
Unas hebras delgadas,
invisibles.
Un terciopelo acaramelado,
unos guantes satinados
y un puntito colorado.
Desde la alturas,
sus afiladas y cuchillantes
canicas estelares,
contemplan con devoción
el pedazo de queso
que cuelga sobre el tejado.
Misifus,
siempre tan adicto
al menguante de la noche.
Hoy me pregunto
La noche es de los perros.
Tus labios en mis pies. La sombra entrando por la ventada. El murmullo
de la bugambilia. Las noches de café y escritura. Tu pulgar en mi
cintura. Los otoños carmín y las madrugadas de insomnio. Las nubes
opacas, siempre opacas. Las montañas frente al sol. Mi pelo rosando tu
cuello. Las manos que nos vieron llegar. Los pies que no caminan. Una
playa sin arena. Rocas transparentes. Triángulos invisibles. Esas
pestañas. Esos tobillos.
Y hoy me pregunto: ¿En dónde ha salido el sol?
Las cabañas sin prisa. Los veranos de sombra. Las calderas sin fuego. El eterno juego que nunca empieza. El rompecabezas de los años. Las mezclas heterogéneas. Las homogéneas. El primogénito en el pasto. Un baño de sol. Un artificio. Los coches de las ciudades fantasma. Las gotas de lluvia. El vaho. La luz entrando en mis ojos.
Y hoy me pregunto: ¿es que acaso lo hemos perdido todo?
Las vidas pasadas. Las muertes futuras. Otorgo mi espalda a la virtud de tus pupilas. La canoa que navega el río. El río que no es. Las primaveras que sé que no vendrán. El infinito en la palma de mi mano. La eternidad. Tu mano. Mi mano.
Y hoy me pregunto: ¿acaso alcanza toda una vida para querer?
Las balas que pasan. Mi figura frente al espejo. La decadencia del pecado. El dolor de la violencia. La transparencia de las cosas. El olvido de tu nombre. Los colores que no mueren. Las paredes que te escuchan. Los gritos que me callo. El por qué de lo nuestro. Y los cigarrillos en la estufa. La primera mañana del otoño. La llegada del otoño.
Y hoy me pregunto: ¿por qué no?
Y hoy me pregunto: ¿En dónde ha salido el sol?
Las cabañas sin prisa. Los veranos de sombra. Las calderas sin fuego. El eterno juego que nunca empieza. El rompecabezas de los años. Las mezclas heterogéneas. Las homogéneas. El primogénito en el pasto. Un baño de sol. Un artificio. Los coches de las ciudades fantasma. Las gotas de lluvia. El vaho. La luz entrando en mis ojos.
Y hoy me pregunto: ¿es que acaso lo hemos perdido todo?
Las vidas pasadas. Las muertes futuras. Otorgo mi espalda a la virtud de tus pupilas. La canoa que navega el río. El río que no es. Las primaveras que sé que no vendrán. El infinito en la palma de mi mano. La eternidad. Tu mano. Mi mano.
Y hoy me pregunto: ¿acaso alcanza toda una vida para querer?
Las balas que pasan. Mi figura frente al espejo. La decadencia del pecado. El dolor de la violencia. La transparencia de las cosas. El olvido de tu nombre. Los colores que no mueren. Las paredes que te escuchan. Los gritos que me callo. El por qué de lo nuestro. Y los cigarrillos en la estufa. La primera mañana del otoño. La llegada del otoño.
Y hoy me pregunto: ¿por qué no?
jueves, 25 de abril de 2013
Persiguiendo mariposas
A Salvador Dalí
Eres el púrpura de mis pestañas
el verde amaranto que endulza mis ojos
Eres las hormigas en el pasto
un ocaso de azules
un otoño mariposal
Eres el surrealista que me pinta
en páramos con toros
III
¿Qué es lo que sucede?
Pues me sucede todo,
me sucede la vida,
me suceden tus ojos.
Sucede que mi corazón
no deja los suspiros,
sucede que te quiero.
Sucede que las mañanas
son infinitas estelas,
sucede que son tus manos,
tus lunares.
Me sucede todo
y nada me sucede.
Me sucede que quiero que sucedas
y eso no me sucede.
Me sucede todo menos tú.
Me suceden caminatas, madrugadas.
Me suceden otoños.
Todos esos infinitos indeseables
¿Por qué nada de ti me sucede?
I
¿Qué
si uno tiene en mente
cuántos
colores tiene una sombra?
¿Qué
si conozco que tu pupila
tiene
espesor de nube
y
color de tormenta?
Que
si cuando callas
miro
tus labios
y
veo que nunca fue
tan
cierto
este
silencio.
Que
si me conoces
y
sabes que por corazón
llevo,
sin duda alguna,
un
engranaje
que
hace años que no tiene cuerda.
Qué
si te soy sincera
y
te digo con atrevimiento
que
te quiero.
Qué
si no sé quedarme como una piedra,
que
tengo que ser necia, e insistir.
Fingir
que por mis oídos
no
pasa tu nombre.
Que
si nunca te diré
que
seguiré pintando despedidas
hasta
que tengas el valor
de
decirme adiós.
Que
si nunca dejaré
de
mirar tu nuca,
tus
estrellas,
de
amar tu poesía.
Que
si nunca
será
nunca.
Rompiendo hojas, árboles, cristales, ramas, raíces, superficies heladas y corazones
¿Sabes qué sonido hace
un corazón al romperse?
Hace el mismo sonido
que una hoja que cae de
su árbol,
despacio y quebrando el
viento helado.
Como cuando pisas una
capa de hielo frágil,
que cruje
y las grietas van
creciendo poco a poco
(igual que las ramas de
un árbol)
se expanden
hasta que ya no hay más
superficie que romper
y entonces:
¡splash!
Caes al agua helada
y te hundes
y te congelas
y ahí mueres.
El aire se va llevando la
luz
y oscureces.
Sombra piérdete,
sombra desaparéceme,
sombra.
domingo, 21 de abril de 2013
Mini Ficción 2
Su boca se arqueaba
como si de ello dependiera el escape, como si el conjuro contra él fuera su
sonrisa.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)